Reservamos una habitación doble con baño privado, en cuanto a limpieza estaba bien y bastante luminosa.
El edificio es antiguo por lo que en la habitación había bastante humedad, solo hay un radiador eléctrico que para nosotros bastó pero que quizás si hubiera sido en otras fechas no bastaría.
La habitación que nos asignaron se encontraba justo enfrente de la recepción, solo separados por un estrecho pasillo. Digo esto para hacerse una idea del ruido constante que se escuchaba desde la habitación, el timbre de recepción, el paso de la gente, las conversaciones, etc. Lo mejor llegó por la noche, desde las 22:30 empezó a escucharse jaleo de chavales, aguantamos debido a que no era muy tarde. Pasadas las 00:00 de la noche nada había mejorado, es más la situación había empeorado, carcajadas, carreras por los pasillos y escaleras (no hay ascensor), conversaciones en voz alta al otro lado de nuestra puerta, gritos desde una salita común que hay. Aguantamos sin quejarnos y sin dormir evidentemente hasta las 05:00 de la mañana, salí a pedir al recepcionista si podía poner un poco de orden; pero realmente lo que me sorprendió que hasta que yo no salí a pedírselo por parte del recepcionista no hubo una actitud de mantener el descanso para los demás clientes. Total que hasta las 05:30 sin poder dormir, al día siguiente a comprar tapones ya que estábamos dos noches. La noche del sábado algo más tranquila pero con jaleo también, menos mal que teníamos los tapones.
Desayuno aceptable