Todo el personal muy agradable, además a destacar: las 2 piscinas, la decoración y los precios de la cafetería-comedor como en cualquier bar.
Aunque existe un comedor para comer con un menú o desayunar tipo buffet (no muy extenso), puedes comer o desayunar en la cafetería (Si no eres de desayuno europeo, mejor esta opción).
El hotel es un verdadero museo, que puede resultar algo recargado y chocante para los pocos religiosos o antitaurinos. Existe una gran cantidad de cuadros, entre ellos de discípulos de pintores ilustres como Murillo, Ribera,..., así como de buenos pintores loscales. Además posee una sala multifunción para posibles conferencias o galería de arte.
Las habitaciones bien, aunque solo puedo valorar una de las pocas sin salón-cocina, nos arrepentimos de no haberla elegido con.