Llegada al hostal, ya empieza regular "la cosa". Empiezan contando una penosa historia personal (con la que empatizamos en lo personal) que justifica la falta de profesionalidad, una vez aceptadas nuestra reserva e ingreso.
Nos asignan las habitaciones (teníamos reservadas 2 triples) sobre la marcha, con lo que no estaban preparadas.
Día de llegada: descubrimos que la limpieza general de una de las habitaciones no era muy minuciosa, la "alcachofa" de la ducha no estaba bien, la cisterna no dejaba de expulsar agua, una bombilla del baño fundidia (la cambiamos por una de la habitación)...
Día 2: Después de todo el día fuera, al llegar descubrimos que una de las habitaciones no había sido limpiada y, por tanto, no habían renovado las toallas (nos dan una escusa poco creíble para justificar que no se haya hecho). Eso sí, nos ofrecieron limpiarlas cuando informamos de ello a los responsables. Sólo cogimos toallas nuevas, pues era algo tarde para la limpieza de la habitación...
Día 3: Terminada nuestra estancia, nos disponemos a abonar la cuenta con tarjeta...¡¿No tenían datáfono?! (a rascarse el bolsillo y pagar en efectivo). Para tener factura, hubo que pedirla y la nota final, con el dinero abonado, dista mucho de ser una factura...