Desde nuestra llegada todo fueron facilidades. El lugar (tanto el interior de la casa, como el exterior) se respira una atmósfera de confort y tranquilidad.
Mientras descansábamos en el salón llego Mayca (la dueña del Pazo). Una persona cultivada, de buena conversación, divertida y dispuesta a reír con sus huéspedes, que no dudará en sentarse contigo para recomendarte los mejores lugares de la geografía gallega. Gracias a ella, pudimos descubrir que Galicia es mucho más de lo que podíamos imaginar. El desayuno es cuantioso y rico, Dina (la persona encargada de hacer que salgas con fuerzas para pasear y descubrir) está siempre atenta a que no te falte de nada, con una sonrisa. De fondo un poco de música clásica.
Nos sentimos como en casa con la familia y sin duda volveremos para ver todo lo que nos quedó por ver.